Pese a la férrea defensa de algunos escuderos de la presidenta del Partido Nacionalista, Nadine Heredia, en tratar de convencer de que no pasa nada, dicha agrupación afronta la peor crisis de su existencia y que puede conducir a su pronta extinción de la política nacional.

A la expulsión de uno de sus fundadores días atrás, Omar Chehade, se suma la renuncia irrevocable de Marisol Espinoza, congresista y además vicepresidenta de la República, decisión que es un golpe a la organización de los esposos Humala y Heredia, y que tiene problemas para definir su candidato a la Presidencia y la conformación de la lista para el Congreso.

Con cierta soberbia, el legislador oficialista Santiago Gastañadui comentó ayer en Los Desayunos de Correo y USIL: “El mundo no se va a caer y la puertas del partido no solo están abiertas para que ingresen sino para que salgan”. Parece no darse cuenta de la importante baja sufrida con la salida de Espinoza.

La renunciante fue fundamental en la consolidación del Partido Nacionalista y su alejamiento confirma el quiebre en las relaciones con la pareja presidencial, el mismo que trató de minimizarse y negarse.

El distanciamiento de Espinoza, además, refleja la fragilidad del nacionalismo y la manera en que se manejan las decisiones al interior del partido de gobierno, esperando que esto no afecte y perturbe el normal tránsito a un nuevo régimen, a elegirse en abril próximo.

De continuar las renuncias y el desmoronamiento en el nacionalismo, solo queda esperar para ver quién es el último que se queda para cerrar la puerta.

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