Lo que pasa en el país hace recordar las épocas en que salían los vladivideos y que día a día caían políticos, militares, periodistas y hasta artistas. Se dijo que algunos habían comprado sus videos y también que Fujimori se había llevado algunos consigo. Como fuera, los tiempos fueron de zozobra y desasosiego.

Hoy, años después, vuelve la sensación de que cualquiera puede ser denunciado por “Lava Jato”. Hasta ahora, fuera del viceministro Jorge Cuba, el resto de capturados son personas sin importancia mediática ni política, pero con el allanamiento de la casa del expresidente Alejandro Toledo, la cosa se complica.

Los que trabajamos en esa época para el Estado sabíamos que el sector construcción era complicado. Las empresas constructoras, hasta la Interoceánica, estaban acostumbradas a contratos de 30 o 40 millones de dólares. Con las IIRSAs todo cambió y los contratos eran del orden de los 400 millones de dólares. La primera vez que oí hablar de estas carreteras fue en Trujillo, en una reunión donde brasileños y peruanos debían estrechar lazos de colaboración, y para ello qué mejor que una red de carreteras que uniera nuestros dos países. Era hora de mirar a Brasil. Algunos sosteníamos que Brasil debía poner el dinero para las carreteras, otros que era Perú el que se beneficiaría con ellas. Muchos en el MEF pensamos que las carreteras no se harían nunca.

No fue así y las IIRSAs se hicieron. Jamás se pensó en coimas. Lo que sí había era un afán de brasileños y peruanos de ser “aliados estratégicos” en el desarrollo de nuestros países.

Hoy resulta que hubo coima y que la coima fue para el expresidente Toledo, pues este les otorgaría la concesión y por ello los contratos son nulos por ir contra la ley.  

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