Al día siguiente que el presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, saliera desde Cusco a botar por la boca resentimiento, división y quejas por las críticas a su gobierno, de las cuales culpó, como siempre, a la prensa independiente, el pobre régimen al que pertenece dio dos grandes muestras de su inmensa capacidad para ganarse gratuitamente cuestionamientos sin que los rivales políticos ni nadie tengan que desatar “una campaña”.
Primero fue la designación de Hernán Condori –el censurado ministro de Salud nombrado por Vladimir Cerrón, famoso por recetar “aguas mágicas” y ofrecer diagnósticos de cáncer en un minuto–, como asesor en una dependencia del mismo sector de donde fue expectorado por impresentable hace apenas dos semanas. El señor necesitaba una chambita de lo que sea y se la dieron sus amigos con poder. El escándalo fue tal, que ayer tuvo que renunciar.
Lo más macondiano vino más tarde, cuando el presidente Pedro Castillo, en el patio de Palacio de Gobierno, entregó un reconocimiento al alcalde Huancayo, Juan Carlos Quispe, quien según el Ministerio Público es parte de la banda denominada “Los tiranos del centro”, razón por la que estuvo prófugo de la justicia hasta que se entregó, fue puesto en libertad y volvió a su cargo edil. Quizá en los próximos días veamos a alias “Pinturita” recibir una medalla en el Salón Dorado.
Estas situaciones que parecen bromas de mal gusto o el contenido de alguna cuenta fake que circula en redes sociales para tratar de sorprender a los incautos, son las que el premier Torres no quiere que se expongan. Detesta que se escarbe en la fuga de Bruno Pacheco, en las confesiones de la lobista Karelim López, en la vida de los afortunados sobrinísimos del mandatario que andan en calidad de prófugos de la justicia o en los oscuros antecedentes de los ministros.
Si el país está en manos de Castillo, Torres y Cerrón, a los que se suma Guillermo Bermejo reuniéndose con el mandatario en momentos críticos para el Perú, qué más se puede esperar. Estamos a la deriva, pues incluso por razones ideológicas se pone zancadilla a las gallinas de los huevos de oro como son el turismo y la minería. Veamos lo que sucede en Cusco, en Las Bambas, en Cuajone, mientras el jefe del gabinete anda alucinando con “campañas” para tumbarse un gobierno que se cae por sí solo.