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La presencia de Vladímir Putin y Barack Obama fue de las más esperadas en la reciente reunión de la APEC 2016. Las diplomacias de los dos países nunca confirmaron una reunión entre ambos líderes -encuentros normales en marcos multilaterales como la reunión del Foro-, lo que significa que no hubo el propósito de que se pudiera concretar. Obama es un presidente de salida y Putin sigue al frente de su país, totalmente empoderado. Es evidente que el líder ruso prefiere esperar a que asuma el poder Donald Trump, el electo presidente estadounidense con el que ha mantenido una relación llena de simpatías satelitales, por lo menos es lo que se conoce, y que se desprende de la reciente acabada campaña electoral en EE.UU. En efecto, para nadie es un secreto la manifiesta admiración profesada por el magnate neoyorquino hacia Putin y de cómo este no se ha detenido en corresponder con halagos, a tal punto de que se llegó a sostener que el líder ruso estaba influenciando en la referida campaña electoral. Obama hubiera preferido que el encuentro se produzca, pero no fue así. El dos veces presidente demócrata venía de una gira por Europa a tono de despedida y cuánto hubiera querido encontrarse con Putin en el deseo de mostrar la vigencia de su poder e influencia, que ya está perdiendo. Putin, que se las sabe todas, lo vio y por eso instruyó puntualmente a sus diplomáticos para que no se produzca un aparte entre ambos jefes de Estado. La foto de ayer lo ha traducido de cuerpo entero. Se les vio a ambos en extremos de la foto general y eso en política internacional tiene una lectura que no se puede desconocer. Los dos líderes han mantenido una relación bastante arisca y hasta llena de tensiones en el escenario global que en algunos casos recreó la idea del surgimiento de una nueva guerra fría, que por supuesto no es el caso. En casi dos meses, Obama será cuestión del pasado en las relaciones internacionales entre Washington y Moscú; en cambio, Putin dará que hablar por la aptitud que muestre para con su nuevo homólogo de la Casa Blanca. Obama, eso sí, se llevará la sanción que le impuso a Rusia por anexar, al margen del derecho internacional, la península ucraniana de Crimea, algo que Putin no se lo perdonará. Pegado a ello, las diferencias en los enfoques sobre Siria y de cómo acabar con el Estado Islámico son el corolario de una relación compleja entre ambos personajes.