"¡Qué mona! dice una chibola mientras observa a otra niña en la cola para ver a la mona que toma una chibola, sentada sobre su cola". Al leer este enunciado se estará preguntando si es redundante o plantea error. Ni lo uno ni lo otro, sino que debemos entender su significado de acuerdo a un contexto comunicativo que le dé sentido.
En el Perú, "chibola/o" es una persona que está en la niñez (DRAE: 2001); en El Salvador designa a la gaseosa o la canica. Entonces, al comunicarme con un peruano puedo decir: "Hablaré con ese/a chibolo/a"; pero no: "Tomaré ese/a chibolo/a". En cambio, en el Salvador sí es aceptable: "Tomaré una/s chibola/as"; no obstante, pierde sentido si un salvadoreño dice: "Hablaré con esa/s chibola/s" aludiendo al líquido elemento o a la/s canica/s.
Pasando a otras definiciones relacionadas con el texto inicial, me viene a la mente la anécdota de una profesora española, que al viajar a Ecuador y conocer a la niña de la señora que le dio hospedaje, exclamó: "¡Qué mona!". El contenido semántico que quiso manifestar era "bonita"; mas, en vez de halagador el término resultó hiriente, pues la madre pensó que se insultaba a la hija comparándola con un mono, porque en el lenguaje popular se suele llamar despectivamente "monos" a los ciudadanos ecuatorianos con la connotación, también, de feo o grotesco.
La semana pasada, en el X Congreso Latinoamericano de Lectura y Escritura, una de mis colegas compró un libro de la investigadora argentina Paula Carlino; al acercarse emocionada para que la autora le hiciera una dedicatoria, le puso: "Para Nelly de Paula". Otra colega, que no vio cuando Nelly compró el libro, pensó que se lo había regalado. La comprensión del escrito fue errónea, puesto no se conocía todo el contexto, que repercute mucho en la eficacia comunicativa.
Al escribir o hablar debemos plantearnos no solo la simple enunciación de palabras; sino el cuándo, dónde, de qué manera, con quién o de qué se habla, puesto que el significado y tono de los signos lingüísticos pueden cambiar si te diriges a un amigo, a un desconocido, a una autoridad, a un extranjero, etc. El contexto comunicativo es importante porque "no hay lenguaje sin contexto, pero se crea contexto con el lenguaje", como lo acota Julio Calvo Pérez en Introducción a la pragmática del español.
Las diferentes acepciones que se pueden generar en un área geográfica o en una situación cultural establecida hay que tenerlas siempre en cuenta. Nuestra exposición original en determinado contexto, entonces, sería: ¡Qué "linda"! dice una "pequeña" mientras observa a otra niña en la "fila" para ver a la "mona" que toma una "gaseosa", sentada sobre su "trasero".
(*) Profesora de la Universidad de Piura. Campus Lima.

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