En la Revolución Francesa, cuando el pueblo fue hasta Versalles para reclamar a la reina por la falta de harina y trigo, María Antonieta respondió “que coman pasteles”.

Algo parecido sucedió en Pichanaki cuando la gente se reunió en una plaza con la esperanza de hablar con los representantes del Gobierno sobre la salida de Pluspetrol de la zona y la situación de los pobladores heridos. A la distancia, los ministros solo se refirieron a inversiones y megaproyectos en la selva central.

El Gobierno ha demostrado que frente al desborde, no encara responsabilidades puntuales. No es consciente que se quedó sin margen para mirar hacia otro lado. Evidentemente, nadie le aconseja que sucumba ante el chantaje, porque la lucha política siempre es impiadosa con la agenda de los derrotados, pero debe ocupar todo el espacio con gestos y no con discursos, que en Pichanaki, parecen puro “hueveo”. Su objetivo debe ser que no haya demasiado oídos para las arengas y diatribas de dirigentes como Carlos Chavarría.

Alinear a un protagonista como Chavarría en el futuro de Pichanaki me parece inaceptable, porque impide construir un sistema de acuerdos y una ciudad que compatibilice las condiciones capitalistas de la inversión con las condiciones democráticas de la igualdad, la inclusión y la prosperidad para todos.

Como decía el economista Miguel Santillana: “Hay algunos inconscientes e irresponsables que hacen lo imposible por destruir las oportunidades en el Perú. No les conviene el crecimiento económico del país, ya que cuanto menos pobres existan en el Perú, ellos menos espacio político tendrán. Buscan el poder hundiendo al país en la desesperanza”.

Tiene razón, si estos tipos como Chavarría, que sintonizan con algunas personas no demasiadas inclinadas a pensar por sí mismas y hacen bulla mintiendo con el desparpajo de los que se sienten impunes, siguen adelante, buscando el tumulto para vencer al enemigo, no hay ninguna posibilidad que Pichanaki encuentre la paz y el desarrollo.

Y si el Gobierno opta por mirar a otro lado o por disparar contra la gente, dándole a los intransigentes ese grado de tragedia que necesita para permanecer, los días que vienen serán complicados.