El presidente Pedro Castillo se la pasa haciendo “invocaciones”, “llamados” y “convocatorias”, sin advertir que él maneja las riendas del país y, por lo tanto, debe ejercer liderazgo y una política de acción sin titubeos, a lo que suma discursos de tribuna –lejos de la prensa– que no resultan claros precisamente porque se corre de las repreguntas y el feedback con los periodistas.
En el reciente Gabinete Binacional realizado en Colombia, en un inconsciente mea culpa, el mandatario dejó entrever que, frente a la problemática general de los países, está aprendiendo a gobernar: “Esta es una forma, esta es una escuela en la cual también, para mí, es un aprendizaje”. Sin ningún ánimo de discriminación ni cosas por el estilo, parece que el profesor chotano aún no sale de su aula.
Por lo demás, el Perú no está para darse el lujo de alojar practicantes en Palacio de Gobierno ni para ensayos nocivos, como la cantaleta de la Asamblea Constituyente que solo aumenta la incertidumbre política, frena la inversión y afecta al pueblo. Esta falta de dos dedos de frente también cuenta en la desastrosa selección, salvo contadas excepciones, de ministros y funcionarios públicos en las instituciones estratégicas.
“Hacemos un llamado al pueblo peruano para que hagamos una movilización nacional por encaminar una verdadera educación para el pueblo”. Este reciente trabalenguas de Castillo refrenda lo dicho líneas arriba. Peroratas sin sentido que denotan falta de brújula. ¿O sea, en tiempo de pandemia, hay que salir a las calles y pedir (a su gobierno) que no se roben las pruebas de los maestros y dejen de bombardear a la Sunedu? ¿Eso quiere?