¿Qué queremos y esperamos los peruanos de este nuevo Congreso? ¿Un poder vigilante o uno obstruccionista? La respuesta más clara está en los atípicos resultados del 26E.

Por un lado, la gente se muestra hastiada de pagarle con sus impuestos a los parlamentarios que, como Mauricio Mulder, Rosa Bartra, Héctor Becerril, entre otros, solo se sentaron sin aportar alguna buena ley.

Por otro lado, estos mismos políticos y sus agrupaciones consideran que al presidente Martín Vizcarra se le debe continuar fiscalizando con el estilo prepotente que mostraron desde que perdieron las elecciones generales.

Lo que sucede es que han tratado de confundir a la gente con la función de los congresistas. Al ciudadano le han dicho que un mejor Congreso es aquel que combate al Ejecutivo, que lucha contra el mismo. Esta fórmula, como ya sabemos, solo originó un perjuicio para el país.

De los nuevos legisladores se espera que no sean unos felpudos; pero tampoco unos tramposos que nos hagan creer que su trabajo consiste en oponerse a las propuestas que no sean las suyas. En este campo tenemos la reforma política.

Si el presidente Martín Vizcarra quiere reunirse con los electos congresistas, habrá que escuchar si su plan armoniza con el bienestar de la sociedad. Quienes decidan no ir, como los antauristas, habrán tomado el mismo camino de la mayoría del anterior Congreso.

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