Se han cumplido dos semanas desde el fallecimiento de ocho ciudadanos en Junín, Ica, Huánuco durante protestas contra el régimen de Pedro Castillo y Vladimir Cerrón, y hasta el momento ninguna autoridad ha respondido por estos lamentables hechos que en el pasado ya hubieran implicado hasta la caída de un presidente, como sucedió con Manuel Merino en noviembre del 2020.
Lamentablemente, hoy acá no pasa nada. Ocho peruanos han perdido la vida, uno de ellos con un balazo en la cabeza como el fallecido en la región Ica, pero todo sigue igual.
El presidente Castillo suele quejarse de que no lo dejan gobernar y que le hacen “cargamontón”. Nada más falso, pues más bien es un tremendo afortunado al no haberle sucedido nada a él ni a alguno de sus ministros, por los muertos de su gestión. Si fuera otro gobierno, la izquierda ya hubiese traído hasta a la OEA y las marchas serían cosa de todos los días.
El jefe de Estado debería estar muy agradecido por ser apoyado por la izquierda que ante los ocho fallecidos recientes, ha optado por mirar a otro lado, todo por la esperanza de mantener su metro cuadrado de poder en este régimen que se desmorona junto con ella.