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Estamos próximos a concluir el 2017 y de nuevo el país se prepara para recibir una temporada de lluvias, que a decir del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) será muy fuerte y poco se avanzó en las acciones de prevención.

Hay varios pueblos del país, en especial de regiones del norte y centro del Perú, que aún tienen las huellas del pasado Niño costero y carecen de una fecha exacta para conocer el inicio de los trabajos de asistencia que, durante buen tiempo, se habló en beneficio de los miles de damnificados que perdieron viviendas, carreteras y puentes.

La Autoridad para la Reconstrucción con Cambios está sin presidente tras la renuncia de Pablo de la Flor, quien se atrevió a cuestionar el trabajo de los gobernadores y alcaldes del norte. Estos últimos cuestionaron su permanencia en el cargo, que llegó a su fin el último viernes.

Este asunto de la salida de De la Flor merece una explicación más profunda, entendiendo que se van a manejar más de 20 mil millones de soles en diferentes proyectos y requieren de un control adecuado de los mismos, entendiendo y recordando que varias administraciones regionales han defraudado en el manejo de recursos públicos, y de ahí que exgobernadores enfrenten serios líos con la justicia.

La cosa es seria, a tal punto que el avance de la reconstrucción marcha a paso de tortuga, mientras ciudades enteras continúan con calles destrozadas, servicios limitados y, lo que es peor, miles de damnificados viven en carpas.

Lo que debe interesar en estos momentos es: darle mayor celeridad a las acciones de la reconstrucción y mantener un control detallado de cada gasto.