En la década de los 60′s se instalan en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga un grupo de docentes nefastos encabezado por Abimael Guzmán. Utilizando la cátedra y los programas de proyección social universitarios iniciaron el proyecto criminal denominado Sendero Luminoso.

Desde el inicio apuntaron al proceso educativo para lavar cerebros, reclutar cuadros político-militares y para esparcir sus ideas de odio y muerte. Derrotar militarmente a Sendero Luminoso tuvo un gran precio para el Perú: decenas de miles de muertos, perdidas multimillonarias en infraestructura y la destrucción de la institucionalidad política.

Pero aunque los derrotamos en la guerra militar, no se logró eliminarlos en el campo de la educación. Sus remanentes se mantuvieron en el magisterio y en las aulas universitarias aprovechando el ”triunfalismo” del Estado y la sociedad civil.

Vivieron de sueldos estatales, participaron en política local y regional, continuaron su labor política desde la educación. Por eso es que la recuperación de la educación debe ser considerada la prioridad número uno como país: Eliminar todo rezago terrorista del magisterio y de las universidades peruanas, reformar el currículo nacional para evitar el rebrote subversivo, devolver el orden en la Universidad priorizando la educación de todos por encima de la politización, desterrarlas mafias de la Universidad Pública, evitarla existencia de estudiantes eternos, entre otros. Si ganamos la educación, ganaremos la guerra contra el terror.