Mientras el ruido político cautiva titulares principales en los medios de comunicación, un tema de interés y que reviste preocupación fue relegado para las últimas noticias: el gasto del presupuesto durante el primer mes de 2015 en las 24 regiones.

A mediados de 2014 se advertía la caída que tendrían las inversiones en enero, influyendo directamente en el dinamismo de gasto público, que se encuentra congelado. Dicho indicador afecta a la reactivación económica.

Esto tiene una explicación lógica: el cambio de autoridades regionales y municipales detiene la ejecución del presupuesto, que en muchos casos puede demorar hasta tres meses por el desafío de ordenar la administración dejada por sus antecesores.

Según el Ministerio de Economía y Finanzas, en enero de 2015 las regiones gastaron apenas el 3%, cuando lo óptimo es 8%.

Preocupa que Huancavelica, Lima, Puno, Pasco, Huánuco, Tacna, Tumbes y otras regiones hayan tenido gasto nulo de sus presupuestos, al igual que en Arequipa (0.47%), Piura (1.22%), Ayacucho (2.39%) y La Libertad (1.09%). Las únicas que superaron esos niveles son Loreto (26.31%) y Junín (8.64%), estas dos últimas porque las autoridades salientes proyectaron un gasto continuo y sostenido en proyectos en enero.

En reiteradas oportunidades se habló que improvisados gobernaron y saquearon las regiones (hoy tres están tras las rejas, dos están buscados y varios tienen problemas con la justicia), pero son pocos los que gastaron de manera eficiente los recursos públicos para transformar sus jurisdicciones y salir limpios de polvo y paja.

Tampoco se puede permitir que las nuevas autoridades gasten por gastar, donde la utilización del presupuesto no guarde relación con la calidad de ejecución, con proyectos innecesarios y no atendiendo el sentir de la población, que demanda solución a la carencia de servicios públicos: luz, saneamiento, educación, salud y seguridad. Ya pasamos la mitad del segundo mes de 2015 y es momento oportuno para que el gasto del presupuesto en las regiones comience a darse con responsabilidad y con buen ritmo, recordando que quienes desempeñan estos cargos lo hacen por cuatro años y sin opción a una reelección.