Pareciera que estuviéramos en Fiestas Patrias, y por lo tanto que regresaron los circos, con el desmadre de los participantes políticos en estas elecciones. Aparte de los problemas de tipo legal de los postulantes y de los partidos, hay cada cosa que solo se ve en nuestro país. El postulante de “dinero como cancha”, que de paso es una bofetada a la pobreza en general, lleva como vicepresidenta y cabeza de lista a la “saltimbanqui” de la Townsend. ¿Qué mensaje es el que nos da a los ciudadanos? ¿Que hay que seguir dicho ejemplo y en cada elección pertenecer a una agrupación diferente a fin de poder vivir del poder? Por otro lado, la fortuna que declara el señor de la “plata como cancha” nos parece desproporcionada. Hemos visto que los gerentes de las grandes corporaciones no llegan a esos niveles de enriquecimiento. ¿De dónde proviene tanta riqueza? Nos llama la atención que pudiéramos ser gobernados por un personaje así. Por otro lado, el Partido Nacionalista nos vuelve a presentar sus terribles incongruencias con el despelote de la presentación de sus listas, las cuales son objetadas por sus propios miembros; a Urresti no se le ocurre mejor cosa que convocar como vicepresidenta a la Villarán, quien casi deja en ruinas a la ciudad de Lima; y sacaron a Abugattás de cabeza de su lista para poner al “impresentable” de Teófilo Gamarra, quien sería conveniente que se quite un poco de pelo de la cara para conocerlo mejor. ¿Y cuáles han sido sus méritos? Servir de “Felpudini” de la señora Nadine. No, así no juega Perú. Felizmente tenemos dos agrupaciones políticas que salvan la situación: la Alianza Popular, de Alan García, y la naranja de Keiko.