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No he visto al Reino Unido (RU) en un mar de inestabilidades durante su historia contemporánea como en el momento actual. Salir de la Unión Europea (UE) puede terminar siendo el mayor acto traumático de Londres, superando a los estragos que dejó el impacto de la amenaza nazi durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Por esta razón, tendrá tres primeros ministros en menos de nueve años -David Cameron (2010-2016), Theresa May (2016-2019) y el que resulte elegido próximamente a la caída de May-. Las recientes elecciones europeas en el RU han confirmado la tendencia de querer a cualquier precio el Brexit o salida de la UE. Ello significa que la tradicional clase política británica -monopolizada por los conservadores y laboristas-, que cultivó energías para mostrar liderazgo en el Parlamento por buena parte del siglo XX y lo que va del XXI, ahora debe enfrentar un resultado eleccionario cuyo mandato imperativo es la salida del bloque de integración más exitoso, sobre todo luego del Tratado de Maastricht (1993). El liderazgo de la agenda británica ahora se encuentra en manos del partido del Brexit, lo que significa que la salida de la UE aparece inexorable. Es válida en esta parte la premisa de que la democracia como sistema político es imperfecta, por más que siga siendo lo mejor con que se cuente. Lo anterior significa que no siempre las mayorías tienen la razón. Sigo pensando que el RU no debería salir de la UE y que al hacerlo serán más las desventajas las que asomarán como un enorme traspié del país ante un proceso que a estas alturas del partido aparece convulso. Lo que no se está viendo es que la vorágine política está moldeando el fenómeno del hartazgo que ya se ha manifestado en otras partes de Europa y del mundo; es decir, por las razones del frente interno británico, sus ciudadanos optan por una medida frontal y contestataria respecto del statu quo imperante y por largo tiempo en un país como el RU, esencialmente forjado en la tradición y la costumbre políticas. El Brexit es una realidad ineludible y el temor en esta etapa es que la salida se consuma sin un acuerdo con la UE. Ese es el mayor problema.