La farsa de elecciones que se llevará a cabo en Venezuela este 28 de julio va a servir para definir muy bien, al menos en el Perú, qué “demócratas” insisten en afirmar que en ese país no impera una dictadura impresentable que busca sacar de carrera a la única candidata que puede derrotar en las urnas a Nicolás Maduro, quien de ser echado del poder sin duda acabará preso al día siguiente.
No solo han sacado de la contienda a la candidata de la oposición unificada María Corina Machado, sino que en las últimas horas han detenido arbitrariamente al jefe de su comando de campaña en el estado de Barinas, Emill Brandt, con lo que ya son tres los colaboradores de la señora que han caído en manos del chavismo.
¿Algún izquierdista peruano podrá seguir diciendo que en Venezuela hay democracia? ¿Seguirán con el absurdo de afirmar que en el reino del chavismo no hay dictadura, pero en el Perú de hoy sí? ¿Se van a atrever a felicitar a Maduro si gana unas elecciones en las que va a competir solo? ¿Aceptarán que se quede en el poder al menos hasta el 2031 gracias a este remedo de comicios?
Ante lo que ocurre en Venezuela, solo queda el rechazo y la indignación. Nadie que se diga “demócrata” puede avalar este nuevo atropello del chavismo con el que busca perpetuarse en el poder y de paso demorar lo que sin duda alguna va a ocurrir: que los cabecillas de esta banda acaben presos o escondidos en algún país paria para no pagar por sus crímenes.