Solo cuatro de las muchas razones por las que debe alejarse del cargo. No hablamos de sus limitaciones para el puesto, sino de decisiones o indefiniciones que la incapacitan para ejercerlo:

1.- No cumple el papel de vocera. Ana Jara ha optado por el silencio ante cualquier problema grave que afecta al Ejecutivo. El papel de vocera lo cumple la señora Nadine Heredia, mientras Ana Jara es una suerte de jefe de gabinete de asesores de la esposa del Presidente, que se encarga no de la conducción política del gabinete, sino de cumplir con una serie de reuniones burocráticas con las que llena su agenda.

2.- No coordina el gabinete. Ha quedado demostrado que los ministros, en los hechos, no la respetan. Daniel Urresti, el matón de Humala, no pierde oportunidad en enfrentar de manera chabacana a quienes lo cuestionan, desobedeciendo supuestas normas dictadas por la señora Jara, que en su momento lo avaló diciendo que hablaba en ejercicio de su derecho.

3.- El muerto de Pichanaki es su responsabilidad. No solo porque esa muerte ha sucedido durante su gestión sino porque el mal manejo del conflicto es su responsabilidad. Coincidentemente, el único funcionario que Jara ha retirado del Ejecutivo ha sido a Vladimiro Huaroc, encargado de la oficina de conflictos, que tuvo una gestión exitosa, y que en su condición de expresidente regional de Junín, era la persona adecuada para hacer frente a lo sucedido en Pichanaki

4.- Es la responsable política del espionaje realizado desde la Dini a opositores e incluso a la vicepresidenta Marisol Espinoza. En una democracia es intolerable lo sucedido, sin embargo prefiere no asumir su responsabilidad y ha pretendido hacernos creer que basta con disponer una reorganización de la oficina de inteligencia que se encuentra bajo su responsabilidad. No hay nadie denunciado, ni destituido por estos hechos. La señora Jara está encubriendo a los responsables.