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¿Qué significado tiene hoy en día que la gran mayoría de la gente no crea en los políticos y en los partidos? ¿Cómo entender la crítica en torno a la exigencia de mayores mecanismos de participación ciudadana, sin que ello implique promover populistamente un gobierno de “referéndum”? Agreguemos a estos elementos la atmósfera de partidos políticos poco articulados, y que tampoco se plantea aparentemente como solución el establecimiento de gobiernos conformados solo por expertos. El punto parecería ser ¿qué reformas deberían plantearse al sistema de representación?

Es cada vez más palpable que en forma directa o indirecta todos sin excepción hablamos más de política en nuestro interactuar diario. En la mesa familiar, reuniones sociales o con nuestros hijos, comentamos sobre la situación actual de nuestro país o de nuestros países vecinos. El contexto político es distinto no solo por el caso “Lava Jato” y sus consecuencias, sino por la aparición de “nuevos” partidos políticos, que -por cierto- bastante se desconoce acerca de quién los financia, y si son –o no– verdaderos centros de lobbies. El 35% de electores, según las últimas encuestas, no sabe por quién votar; ello quiere decir que posiblemente se orientarán por los nuevos “cantos de sirena” que los publicistas de la comunicación política pondrán en escena.

Hay quienes piensan que si el problema -tal como lo anotamos en nuestro artículo anterior- es la “lealtad” a una cúpula, los partidos tendrían que “abrirse” para romper esas relaciones de dependencia hacia la cúpula partidaria. Dos fórmulas se plantean al respecto: las denominadas “listas abiertas”, y las ya conocidas “elecciones primarias” entre los afiliados. La lista abierta choca frontalmente con la “profesionalización del político” y con la consabida “no reelección” que se aprobó vía referéndum.

Paralelamente, la elección de congresistas por distrito –tipo Reino Unido– genera un mayor acercamiento con los representados. La propuesta de los distritos múltiples uninominales parecería ser la gran reforma inconclusa que los peruanos nos privamos de emprender durante los meses pasados, y que bien podría ser tarea del próximo Congreso.