El Perú de Pedro Castillo y sus parientes y amigotes se ha convertido en una sucursal de Macondo. En las últimas horas hemos sido testigos de una situación insólita que más allá de lo anecdótico y hasta folclórico que pueda parecer, debe merecer de inmediato la intervención del Ministerio Público y el Congreso. Me refiero a la “muerte” de Alejandro Silva –el dueño de la casa de Sarratea–, en su ficha oficial del Registro Nacional de Identidad y Estado Civil (Reniec), entidad que luego del escándalo tuvo que “resucitarlo”.

Llama la atención que la “muerte” de este prófugo haya sucedido el mismo día que entró en vigencia la orden de detención preliminar en su contra por su participación en presuntos actos delictivos como parte de la banda que encabezaría el presidente. Cuando los fiscales y policías comenzaban a buscarlo, en el sistema de Reniec ya empezaba a aparecer como fallecido, con certificado de defunción de por medio. ¿Qué rol ha jugado acá el Ministerio de Salud a través del Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef)?

Quien ha tenido que hacer un trámite ante Reniec, sabe que las cosas no son fáciles. Hay que lidiar con colas, vigilantes que en las puertas se creen los dueños de las oficinas, mecidas y hasta maltratos de los empleados. Habría que ver cómo hizo Sánchez para que en minutos o pocas horas, esta entidad acepte un certificado de defunción trucho (el médico firmante niega haber hecho el documento) y acceda a consignarlo como “muerto” con la evidente –aunque infantil– pretensión de evadir a la justicia que ya le seguía los pasos.

Una vez estallado el escándalo, Reniec ha “resucitado” en su sistema al prófugo Sánchez, pero esto no debería quedar allí. Alguien tiene que responder. Fiscales y congresistas tienen que hacer su trabajo ante la posible infiltración de la mafia palaciega advertida por el Ministerio Público, en otros ámbitos del sector público que se desconocían. ¿De qué otra forma se podría haber accedido con tanta rapidez y sorteando controles, a modificar la base de datos? ¿Hubo plata de por medio?

Castillo y su gente no solo tenían como modus operandi el apagar cámaras, echar al mar celulares, buscar asilo para los cómplices, vender cargos en el Estado y cobrar “alitas”, sino que también se han dado maña para aparecer como “muertos” apenas les cae la policía. Si esto no es la forma de actuar de una mafia, ¿de qué estamos hablando? Y mientras tanto, habría que ver si Sánchez, a quien desde ahora deberían identificar con el alias de “Lázaro”, ya logró fugar del país. Total, “amigos” no le faltan para que le den una manito, ¿verdad?

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