Cerramos el año escribiendo sobre el Estado Islámico (EI), que ha impactado a la comunidad internacional por el tamaño de la violencia desatada, principalmente en el Medio Oriente, donde busca formar un califato con base en los actuales territorios de Siria e Iraq. En el propósito de neutralizar este proyecto, la contraofensiva de la coalición internacional liderada por Estados Unidos contra el EI, luego de importantes sumatorias de países claves como Rusia, Francia y Gran Bretaña, habría llevado en las últimas semanas a un repliegue de los extremistas que acaban de abandonar la importante ciudad iraquí de Ramadi, al oeste de Bagdad, que controlaban desde mayo de este año. Sin duda, los constantes bombardeos contra las posiciones yihadistas los ha estremecido, por lo que debieron dejar la mayor provincia de Iraq, cuya ubicación es estratégica al compartir frontera con Siria, Jordania y Arabia Saudí. El cuestionado ejército iraquí que hemos visto ingresar en Ramadi ha recuperado la confianza y eso les dará aliento para las próximas operaciones. Y pensar que hace tan solo pocos meses el panorama era totalmente adverso, pues el EI iba ganando terreno en un país que comenzaba a doblegar a su favor. Este es el momento en que la coalición no puede bajar la guardia. Al arrebatarle al EI alrededor del 14% de los territorios conquistados, estos comienzan a volverse vulnerables. No están derrotados, no nos confundamos, pero han sido menoscabados. Añada que el EI perdió a su segundo hombre, Abu Moatasem al Quraishi, y en medio de ese clima adverso nadie sabe nada del líder máximo, Abu Bakr al Bagdadi. Esperemos, este asunto es complejo e impredecible.