Adaptaciones de populares telenovelas para producir nuevas versiones es un práctica común en la industria televisiva latinoamericana. En estos menesteres, la cadena mexicana Televisa lleva la delantera desde ya hace algunos años. En su afán de reeditar éxitos de varias historias colombianas que habían logrado suceso a nivel mundial, adquirieron los derechos de Café con aroma de mujer protagonizada por Margarita Rosa de Francisco y la convirtieron en Destilando amor, con la hoy primera dama de México Angélica Rivera. Mientras que Betty la fea se transformó en La fea más bella reemplazando a Ana María Orozco por Angélica Vale. La lista es larga. Algunas de estas nuevas propuestas lograron el éxito de sus antecesoras, otras quedaron a medio camino y algunas no estuvieron a la altura. Así sucede allá, en Argentina, Miami o en el mismísimo Brasil, donde la cadena SBT de Silvio Santos también produce sus propias versiones de telenovelas made in Televisa. No es un drama, tampoco falta de creatividad, ni mucho menos escasez de historias originales. Adaptar, versionar guiones ya conocidos es una opción tan válida como otras. Quizás porque aquí no estamos acostumbrados a este tipo de trajines televisivos, en las últimas semanas vimos cómo el anuncio de una versión peruana de Colorina, del chileno Arturo Moya Grau, causó tanto alboroto en la prensa y en las redes sociales compitiendo con el enfrentamiento de Kenji Fujimori con la cúpula de Fuerza Popular. Antes de su estreno, ya se comentaba que Magdyel Ugaz no es sensual para el papel como sí Lucía Méndez y que por si acaso en la historia la Colorina solo debe serlo en los primeros capítulos para luego dar paso una mujer que debe luchar por su hijo y convertirse en una señora y exitosa diseñadora. Por eso, la juvenil Milett Figueroa no daba la talla para el personaje. Pero, en fin, qué significa la palabra adaptar según el diccionario: “dar una narración o a una obra científica, literaria, forma distinta de la original para que pueda ser difundida por un medio o entre un público distintos de aquellos para los que fue concebida”. ¿Más claro? Otra cosa es que esa adaptación no logre sus objetivos y que los televidentes le den la espalda. Sin embargo, eso lo sabremos cuando la telenovela producida por Michelle Alexander ponga el rótulo de “fin” a la trama y no a una semana de transmisión. Menos polémica: mejor dejemos que la ficción siga y Colorina en el Salón Kitty... por ahora.