Es verdad que desde que existimos como país hemos tenido un sistema de salud precario y que esto impide hoy afrontar con éxito la pandemia de coronavirus. También es cierto que las cosas se complican por el alto grado de informalidad que padecemos, que no permite en estos momentos llegar con asistencia a todos los que la necesitan. Una cosa dicen las planillas, los registros de la SUNAT y las listas de los programas sociales, y otra cosa es la realidad peruana.

Sin embargo, es muy lamentable que en medio de todos estos problemas que agravan la expansión del COVID-19, que está costando la vida de cientos de peruanos y tirando al piso nuestra economía, se tenga que lidiar en simultáneo con la corrupción que no descansa ni en momentos tan críticos como los actuales, tal como lo demuestran algunos casos que ya se encuentran en manos del Ministerio Público y la Contraloría.

Lo sucedido en la Policía Nacional ha sido de espanto, y ni qué decir de lo denunciado en algunas municipalidades cuyas autoridades afilaron las uñas una vez que recibieron dinero para comprar alimentos a fin de armar canastas y repartirlas entre los vecinos vulnerables. Incluso hubo un caso en que se entregaron conservas de pescado con gusanos. Otros optaron por dar dos o tres cosas que a todas luces no costaban los 80 soles que debía valer todo.

Pero lo más criminal de todo fue adquirir respiradores mecánicos sobrevalorados e incompletos, que en su momento no pudieron ser puestos a trabajar para salvar vidas en el promocionado Hospital de Ate. Acá alguien hizo su “negociazo” a costa de quienes llegaban para recibir oxígeno en sus pulmones, y no había cómo dárselo, todo por culpa de corruptos y corruptores que se aliaron para llevarse algo al bolsillo en uno de los momentos más críticos de la historia del Perú.

Más allá de lo que en su momento determine la justicia, es bueno tomar nota de cómo actúan ciertas personas, tanto funcionarios públicos como privados, cuando lo que se necesita es honestidad, limpieza y solidaridad. Esto deja en claro que una crisis como la actual, saca lo mejor y también lo peor de los peruanos, pues por un lado unos ponen el pecho y hasta la vida por los demás, y otros andan viendo cómo robar incluso al que está en una camilla suplicando por un respirador.

TAGS RELACIONADOS