Ayer viernes, el Ministerio Público anunció que el presidente Pedro Castillo será sometido desde ahora a una investigación preliminar por su presunta participación en actos de corrupción relacionados a una licitación de biodiesel por parte de Petroperú, y que ganó la empresa de un visitante de Palacio de Gobierno, la cual había quedado en suspenso por acción la exfiscal de la Nación, Zoraida Ávalos, quien consideraba que un mandatario en funciones no podía ser objeto de pesquisas.

Un día antes, la titular del Ministerio Público, Patricia Benavides, había iniciado otra investigación al jefe de Estado por las denuncias del exministro del Interior, Mariano González. A eso se suman las indagaciones por la licitación del puente Tarata III, los ascensos en las Fuerzas Armadas y el caso de la tesis para obtener el grado de maestro, aunque este último se encuentra en una fiscalía de Trujillo en vista de que el presunto delito de plagio se habrá cometido antes de que el profesor sea presidente.

Es la primera vez que tenemos un presidente en ejercicio y en pleno uso del poder, sometido a investigaciones por posibles actos de corrupción, lo cual es una vergüenza. Es verdad que nadie es culpable mientras no sea declarado como tal en última instancia por un juez. Sin embargo, hay situaciones tan evidentes que hace tiempo descalifican al presidente Castillo para seguir en el cargo.

Los expresidentes Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra hasta hoy no han sido sentenciados, pero igual tuvieron que irse. El impresentable de Alejandro Toledo nunca ha sido sentado ante un juez por recibir una millonaria coima de Odebrecht, pero a nadie se le ocurriría que este sujeto podría estar otra vez en Palacio de Gobierno al amparo de su “inocencia” aún vigente. Lo mismo con Ollanta Humala, el otrora paladín de la honestidad que es un cadáver político por más que hasta ahora no cuente con sentencia.

Tenemos un mandatario empapelado hasta los límites de la vergüenza. Por la tercera parte de lo que vemos en Castillo, cayeron PPK y Vizcarra. Sin embargo, acá no pasa nada. Se ha normalizado la corrupción y la degradación de la Presidencia de la República como institución, al extremo que del baño de la oficina del secretario palaciego han salido 20 mil dólares sucios, que estaban en manos de un prófugo VIP que nadie puede tocar por estar protegido por el jefe del Estado. Si no lo creen, pregúntenle a Mariano González.

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