Días atrás comentaba en este espacio que las elecciones del 2026 estarán marcadas por la ola de inseguridad en las calles y lo que digan o dejen de decir los candidatos respecto a esta realidad que cada hora nos cuesta vidas. Sin embargo, dos asuntos igual de importantes son los servicios de salud y educación que brinda el Estado y que en líneas generales son un verdadero desastre como lo demostró la pandemia de COVID-19, y lo vemos en cada inicio de año escolar en que se hace notorio que los colegios se caen a pedazos y no tienen ni inodoros.
La mejora de los servicios de salud a los que acuden los más pobres sigue siendo un pendiente. No puede ser que la gente espere meses por una cita o por una operación “urgente”, o que acuda a una emergencia y que la tengan en un pasillo sentada, si tiene suerte, en una silla de ruedas por falta de cama. Si eso ocurre en Lima, sea en un centro asistencial del Ministerio de Salud o de EsSalud, sería bueno ver lo que pasa en regiones alejadas de la sierra o la selva.
Con las escuelas públicas el drama es similar. Acá, en varios distritos de Lima, hay colegios que no tienen carpetas, ventanas, o baños. Incluso algunos no cuentan con algo tan elemental como un cerco perimétrico para impedir que cualquier indeseable tome contacto con los menores. Sí, está bien, se han implementado las Escuelas Bicentenario, pero qué pasa con los demás planteles. Y eso que ni siquiera estoy comentando el drama de la calidad de muchos docentes.
Por eso, hoy que tenemos 43 agrupaciones políticas hábiles para participar en los próximos comicios, sería bueno que desde ahora sus líderes y eventuales candidatos vayan exponiendo al país y digan qué van a hacer para que los más pobres tengan atención médica y educación públicas de calidad. Eso es lo realmente importante, antes que ponerse a bailar en un tabladillo al ritmo de grupos de cumbia o colocar paneles con fotos que más parecen destinadas a promocionar aplicaciones de retoques digitales o blanqueamientos dentales.
No deben pasar cinco años más sin que los graves problemas de la salud y la educación sigan siendo dejados de lado. Dense una vuelta por las emergencias del Dos de Mayo o del Rebagliati, acá, cerquita nomás, para que vean lo que padece cualquier peruano con problemas de salud, o vayan a cualquier escuela primaria de las zonas altas de Villa María del Triunfo o Comas para que conozcan cómo están los baños. Esa cruda realidad tiene que ser atacada con urgencia.