“Asquerosa protección”, “vergüenza”, “grosero blindaje”, fueron algunas de las reacciones de los peruanos a la lamentable decisión del Congreso de salvar al parlamentario Freddy Díaz, denunciado de violación sexual por una trabajadora. Una vez más el Legislativo puso por los suelos su prestigio al no inhabilitar al mencionado congresista. Mención aparte merecen casi todos los representantes de la bancada de Perú Libre, quienes se abstuvieron de votar, una clara manera de mirar a otro lado y ser indiferentes ante un presunto delito. La doble moral de la izquierda.

Entre las legisladoras que le dieron el beneficio de la duda a Díaz, pese a todas las evidencias, estuvieron las exministras de la Mujer del Gobierno de Pedro Castillo, Heidy Juárez y Katy Ugarte, además de la exministra de Salud, Kelly Portolatino.

“Estoy cansada que en el Perú no haya justicia”, dijo la señorita que acusó al congresista de violarla en su oficina del Parlamento. Esta frase grafica la impotencia de muchas mujeres que no encuentran respuesta de las instituciones que deben impartir justicia. El Congreso demoró seis meses para debatir la inhabilitación de Díaz y a la hora de la verdad no pasó nada. Hay un claro mensaje en todo esto: puedes violar y el delito quedará impune.

El Congreso sigue sin tomar conciencia del grave daño que le hacen algunos parlamentarios a la institución y mucho menos, tomar decisiones para frenarla. Votaciones como la del último martes desacreditan su imagen y generan el rechazo de la inmensa mayoría de peruanos.





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