En los últimos días, el norte del país ha sido testigo de intensas lluvias, acompañadas de inundaciones en regiones de la selva y sierra central. Estos eventos, lejos de ser simples eventualidades climáticas, han encendido las alarmas sobre la presencia inminente del fenómeno El Niño. A pesar de que el Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) haya descartado oficialmente esta posibilidad, la realidad en el terreno indica que las precipitaciones persistirán en gran parte del país, mientras que en el sur se vislumbra un peligro inminente de sequías.

Lo que realmente preocupa no es la fuerza de la naturaleza, sino la falta de previsión y preparación por parte de nuestras autoridades. En pleno siglo XXI, resulta inaceptable que numerosas obras de infraestructura permanezcan incompletas, evidenciando una falta de capacidad para afrontar fenómenos climáticos como el fenómeno El Niño.

Esta carencia de previsión de los tres niveles de gobierno es una amenaza latente que pone en riesgo la seguridad y bienestar de la población peruana. Las consecuencias de no estar debidamente preparados para enfrentar estos eventos naturales pueden ser catastróficas, como ya lo hemos experimentado en el pasado.

El llamado urgente es a la acción. Las autoridades deben poner en marcha medidas preventivas, garantizar la finalización de obras clave de infraestructura y promover una cultura de prevención en la sociedad. No podemos permitirnos ser nuevamente víctimas de la desidia y la falta de visión por parte  de quienes tienen la responsabilidad de velar por la seguridad y el bienestar de la ciudadanía.

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