Normalizar a un criminal en política tenía que pasar factura. Tal como lo advertimos hasta el cansancio, los políticos debemos dialogar entre políticos porque los códigos criminales no son compatibles con la democracia. Mientras el debate de ideas y la regla de la mayoría priman en política, a nivel criminal impera la violencia y la extorsión. Desde el 2018, muchos periodistas y políticos contribuyeron al avance de Cerrón por no tratarlo por lo que es: un vil criminal.

El proceso electoral del 2021 permitió que la organización criminal Perú Libre tenga bancada parlamentaria y desde ahi pueda operar para sus beneficios. Los primeros en caer fueron los caviares y socialistas, ellos creyeron que Cerrón no era un criminal e incluso se atrevieron a apostar por cogobernar con él en el gobierno de Pedro Castillo. Los otros que cayeron redonditos fueron la falsa derecha que se dejó enamorar por los cánticos anticaviares. Aun recuerdo al almirante Montoya diciendo: “Tenemos puntos en común con Perú Libre y no estamos contra el comunismo”. Pero la gota que derramó el vaso fue la alianza de Fuerza Popular, APP y Avanza país con Perú Libre para tomar la Mesa Directiva. Con esta alianza, los antiguos enemigos del gobierno de Castillo terminaron cogobernando con todo lo que juraron enfrentar.

¿Ahora entienden por qué los 130 congresistas están mudos después de la sentencia de Cerrón? Es porque cayeron en su trampa y ahora están secuestrados. Su estrategia es simple: dialogar o pactar hasta tener la fuerza suficiente para someter y secuestrar a sus antiguos enemigos. Si una bancada se pronuncia sobre el fallo judicial, Cerrón los atacará en la Comisión de Ética, difundirá los acuerdos y negociados internos, y boicoteará todos los proyectos de ese grupo político. Lamentable papel de los partidos políticos que vienen pagando por su tibieza.