La campaña parece haberse adelantado. Con César Acuña subiendo en las encuestas, los otros candidatos han tenido que presentar planchas y hacer cosas sugerentes para captar la atención del electorado. Antes de Navidad, y como nunca, los limeños -cuando menos- no cesan de preguntarse quién ganará la elección.

La verdad es que nadie lo sabe, porque los peruanos decidimos la elección una semana antes de la misma y confiamos en la existencia de una segunda vuelta. En una primera vuelta, votamos “de corazón” y la segunda es “de conciencia”. Pero no solo es que se haya adelantado la votación, es que la política ha enrarecido la conversación y a la gente. Como si ello no fuera poco, el Presidente y su señora no dejan de opinar sobre los candidatos. Las normas vigentes señalan que los funcionarios públicos deben abstenerse de participar en política, pero parece que no son conscientes de que cualquier crítica equivale a participación activa.

Las más importantes planchas presidenciales ya se conocen y las alianzas ya se inscribieron. Nos queda hasta finales de enero para saber quiénes aspirarán al Congreso. Ojalá que los candidatos presidenciales no nos dejen a “lavapiés”, “robacables” o “mataperros” en esta oportunidad.

Los peruanos tenemos el derecho de exigir legisladores idóneos, lo que equivale a gente honesta, exitosa en su profesión y con una trayectoria conocida. Es obligación de los partidos que sus listas sean intachables y además hacerlas saber a los electores antes de la inscripción para conocerlas y para que podamos opinar, por si alguno de los candidatos tiene uno que otro “pecadillo” que no se conoce fácilmente.