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La Cumbre de las Américas, que arranca hoy, no debe ser un mero protocolo de buenos gestos y fotos a mano alzada que se queden en las portadas de los diarios. Hoy más que nunca, los Presidentes que están en Lima deben abrir el camino de la liberación de Venezuela, secuestrada aún por el dictador genocida Maduro y la gavilla de criminales que lo secundan. Hoy más que nunca, los países del continente pueden ponerse firmes, aprovechando que están juntos. Deben emitir una declaración conjunta anunciando el cierre de todas sus embajadas en Caracas y romper toda clase de relaciones mientras la dictadura siga instalada en Miraflores. Respaldar abiertamente y declarar legítimo al Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, que despacha en el exilio en Bogotá, avalando sin titubeos el pedido de captura que ha ordenado contra el sátrapa esta semana. Los países se deben comprometer a colocar la fotografía de Maduro en los aeropuertos de todas las ciudades de América, para que el mundo sepa que tiene orden de captura internacional y sea requerido cuanto antes por Interpol. En el mismo afiche debe estar la foto del narcochavista Diosdado Cabello, quien también tiene pedido de prisión internacional y es capaz de mojarse en los pantalones, como le pasó en el golpe frustrado del 92, si hoy toca un pie fuera de la frontera venezolana. Y a los vergonzosos defensores de los asesinos del pueblo de Venezuela, comenzando por Arana, Dammert, Mendoza y demás luminarias de la izquierda, les pido de corazón que se vayan con el dictador para allá. A Maduro le queda poco tiempo; les toca ir a defenderlo.