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Cuando se llega a acuerdos con personas que en nombre del pueblo impulsan actos ilegales como bloqueo de carreteras y destrozo de la propiedad privada -pacto Presidente y gobernador de Arequipa para suspender el proyecto Tía María-, se da un mensaje: tienen la venia para seguir actuando al margen de la ley. Ello indefectiblemente nos arrastra a situaciones extremas.

En un país con conflictos sociales vigentes y latentes, respaldar de palabra y de hecho a quienes lideran y desarrollan protestas vulnerando la ley es inducir a que lo vuelvan a hacer.

Esta semana, en Islay, Arequipa, manifestantes antimineros contra el proyecto Tía María atacaron con piedras el colegio de educación primaria Francisco López de Romaña, del anexo El Arenal en Cocachacra, y el colegio de secundaria Rubén Linares. Estos actos provocaron la reacción defensiva de los padres de familia, en un innecesario enfrentamiento entre peruanos.

Los alcaldes distritales y el gobernador regional, llamados a poner orden, promueven la protesta en perjuicio de los escolares, que podrían perder el año escolar. En Virú, La Libertad, un desalojo de invasores de terreno terminó con seis policías heridos, y con cuatro vehículos y un bus de la Policía Nacional incendiados. En Lima, un grupo de manifestantes mineros ingresaron a la sede del Misterio de Trabajo y destrozaron sus instalaciones, poniendo en riesgo la integridad de sus trabajadores. “¿Por qué le tienen miedo al pueblo? El pueblo es quien nos da el mandato (...). Les servimos a ustedes, nos debemos al pueblo. Si vemos una crisis, tenemos que regresar al pueblo para que nuevamente, a través de su voto, defina a nuevas autoridades”, comentó el Presidente desde Ate.

Lamentablemente el mensaje es claro: al pueblo todo; la protesta al margen de la ley “rinde frutos”.

Urge mantener, garantizar y restablecer el orden interno, tarea de la Policía Nacional, cuyo jefe supremo es el presidente de la República, por mandado de la Constitución.

La ley es la razón desprovista de pasión, por sentido común. El pueblo no gobierna; elige a sus gobernantes. Debe primar el imperio de la Constitución y la Ley; solo así saldremos de cualquier crisis.