Las aves de mal agüero se han encargado de presentarnos las elecciones de este domingo como un evento innecesario, contrario a la democracia, del cual no puede salir nada bueno. Lo curioso y contradictorio es que esas mismas fuerzas opositoras participan y candidatean animadamente en este proceso. Es bueno recordar que con el escrutinio de mañana termina el ciclo que corresponde al malnacido gobierno de PPK. Y todo lo que trajo gobernar a un Ejecutivo al lado del Congreso de mayoría de FP liderado por la candidata derrotada por PPK. Y así, de tumbo en tumbo, en un ambiente cada vez más tóxico hasta que se disolvió el parlamento que vamos a reemplazar. ¿De dónde nació la toxicidad de la política en estos años del gobierno de PPK? De la coincidencia con el proceso fiscal y judicial contra la corrupción del caso Lavajato, prolongación de las investigaciones iniciadas en Brasil y que inmediatamente se extendería a todas las obras de la constructora Odebretch en Latinoamérica. Sin este elemento es probable que la relación Ejecutivo-Legislativo hubiera mal que bien convivido. Pero hubo un momento en que se tuvo que separar la paja del trigo, corruptos a un lado, no corruptos (o cuando menos todavía sin evidencias) al otro lado. Lo que debió involucrar ámbitos policiales y judiciales, comprometió al parlamento cuya mayoría se dedicó, en vez de gobernar, a defender a todos los políticos receptores del dinero sucio de Odebretch. Y como el Ejecutivo no se puso de su lado y más bien dio muestras de simpatizar con el proceso anticorrupción, pues a darle a ellos también. Pero entonces, ¿a qué viene toda esta historia? A que con los congresistas elegidos mañana vamos a cerrar el gobierno que comenzó con PPK. Estarán apenas 18 meses en función. No les vamos a pedir nada del otro mundo, excepto que no sean corruptos, que es la razón por la que sus antecesores fueron enviados a su casa. Cómo hacerlo, pues comenzamos por eliminar de nuestras opciones aquellos partidos que se opusieron al cierre del congreso, o que promovieron la vacancia de Vizcarra, o cuyos líderes están procesados por la corrupción de Odebretch. Luego, de las agrupaciones que quedan (que no serán muchas ni parecerán importantes), recién nos fijamos en nombres que integran sus listas. Algunos conoceremos más o menos su trayectoria o virtudes, pero suficiente será presumir que sea gente honesta. No necesitamos hacer más, por ahora.

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