Si no puedes con tu enemigo...
Si no puedes con tu enemigo...

Pronto, muy pronto sabremos si al Gobierno le espera un último año donde podrá gestionar el país o si afrontará 12 meses más batallando día y noche contra la oposición. En menos de tres semanas -entre el 23 y 24 de julio- se elegirá a la nueva Mesa Directiva del Congreso y todo indica que al humalismo le será arrebatado el control del Legislativo. Esa es la situación política que tendrán por delante el presidente Ollanta Humala y sus más cercanos colaboradores, y el pronóstico acerca de lo que podría ocurrir es incierto. Pésima señal para todos.

Para el Gobierno -con una aprobación menor al 20%, un índice de crecimiento económico proyectado por debajo del 3% para este año y un escenario social convulso (recuérdese Tía María)- una derrota en el Congreso afectaría la marcha del Ejecutivo, propiciando una parálisis que todos se empeñan en negar, pero bien podría ocurrir. Más por omisión y falta de liderazgo que por acción de apristas y fujimoristas, quienes a partir de agosto estarán enfrascados en sus cuitas internas pensando en la campaña electoral que se avecina. De ahí que resulte necesaria una fuerte dosis de “realpolitik” por parte de Humala y, principalmente, Nadine Heredia.

Así, el presidente debería meditar la posibilidad de, en un gesto verdaderamente audaz, anunciar que su partido considera que lo más apropiado para este último año sería ceder el control de la Mesa Directiva (igual la perderían) y que por ello su bancada apoyaría la presidencia de Luis Iberico (que tiene el respaldo del fujimorismo, el exhumalismo y el PPC, entre otros), en aras de una “lista de consenso” y una agenda conversada. De esta forma amortiguaría la derrota y pactaría con algunos sectores una convivencia política civilizada para los próximos meses.

Fue audaz nombrando a Pedro Cateriano en la PCM. Podría serlo también ahora, evitando que una oposición desbocada lo ponga contra las cuerdas. La receta es harto conocida: “Si no puedes con tu enemigo, únete a él”. Ya veremos si Ollanta y Nadine toman conciencia del momento o prefieren, ambos, “morir” en su ley.