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La clasificación a Rusia 2018 ha roto todos los esquemas y elevado al país a la categoría de ensueño. Por varios días, el Perú se ha unido sin atenuantes tras una pelota de fútbol, deporte que inexplicablemente activa pulsaciones altisonantes, eleva la autoestima, genera bienestar y tiene un efecto estimulante en el ánimo de la gente. Si eso incita, su importancia está fuera de discusión y por ello debería enfatizarse su promoción como política deportiva, tarea en la que la Federación Peruana de Fútbol tiene un rol rector determinante. La clasificación en sí misma no será más que un inútil periodo de fantasía si no sirve como plataforma para impulsar las reformas que el fútbol requiere de manera urgente. Entre otras, estas son: 1) La obligación de los clubes de tener divisiones menores y apoyarlas en todo lo que sea posible. 2) Mejorar la infraestructura con campos de entrenamiento y gimnasios de primer nivel. 3) La creación de un sistema de reclutamiento infantil de futbolistas con talento, que incluya su formación integral. 4) La eliminación de las canchas sintéticas. 5) La organización adecuada de un campeonato de primera división único, atractivo y permanente en el tiempo. 6) La eliminación de la Copa Perú y el potenciamiento de la Segunda División. 7) El cambio de estatuto de la FPF, que limite el poder manipulador de las ligas departamentales y 8) El sinceramiento

de las finanzas de los clubes y su progresiva conversión a sociedades anónimas. Solo algunas ideas que permitirán que no tengamos que esperar otros 36 años para ir a un Mundial.