Al “ruido político” culpó el presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén Olaya, que la calificación soberana del Perú fuera rebajada y el país quede al borde de perder su grado de inversión.
Convenientemente, el premier obvió que S&P sustentó su decisión en que “un Congreso fragmentado y el limitado capital político del gobierno pesan sobre la confianza de los inversionistas del sector privado...”
Adrianzén puede decir lo que quiera y allá quienes le creen, pero eso no va a cambiar lo que los agentes externos e inversionistas ven del Perú: que el Ejecutivo y el Congreso están en una carrera por salvarse sin importar si al final de queda algo del país y su institucionalidad.
Ellos son los que alejan la inversión al permitir, por ejemplo, que un alcalde se endeude por cuatro mil millones de soles y desconozca contratos.
“Ruido político” es que la presidenta reconozca que ha recibido joyas “en préstamo” de un gobernador regional y al día siguiente, este gobernador obtenga S/100 millones, de un fondo de emergencias, para construir un estadio.
“Ruido político” es que apenas una calificadora de riesgos nos baje un punto, el premier salga a decir que va a dar 500 millones de soles a los gobiernos locales y regionales para cerrar brechas. ¿Qué brechas va a cerrar cuando el problema es la falta de gestión y usted lo sabe, dado que encabeza una pésima gestión?