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El Censo 2017 nos da a los peruanos otra oportunidad para quejarnos de todo. Realmente es increíble cómo somos capaces de levantar críticas y dejar de aceptar que hay procesos, como un censo, que son importantes y deben llevarse a cabo sí o sí porque son una herramienta que sirve para saber cómo somos y poder implementar adecuadas políticas públicas.

Gran parte de estas quejas han sido fruto de una mala información de las mismas autoridades que han manejado el censo, que han permitido que lo que quede es que las preguntas son impertinentes o están mal elaboradas, sin considerar siquiera todo el tema sobre religión, que ha llevado incluso a propaganda negativa en redes. Así las cosas, llegamos a un censo con una carga negativa innecesaria.

Siento, sin embargo, que el censo, además de dar información, va a permitirle a las familias pasar un día juntos y sin trabajar, lo que es importante para muchos, pues, qué duda cabe, son muchos los que trabajan los domingos. El censo nos dará información sobre salud, educación, costumbres, religión y muchas cosas importantes. La data peruana es antigua y por ello obsoleta.

Hubiera sido importante que gente como Richard Webb o Javier Escobal, que han estado involucrados en este censo y que tienen gran credibilidad, fuesen usados por el INEI para explicar en los medios la importancia del censo y por qué se hacía manual, por ejemplo, lo que ha sido muy criticado.

Dejarle el espacio mediático a gente que solo critica es perder la oportunidad de educar a los peruanos. Eso se debió priorizar.