Desde el miércoles pasado el ciudadano Pedro Castillo Terrones se ha convertido en el presidente de la República del Perú, y como tal está en la obligación de ser transparente y dar cuenta de sus actos ante todos los peruanos que tienen derecho a conocer los pasos que da el gobierno al que se ha encomendado. La campaña y sus estrategias de silencio para no meter la pata y hacer un papelón a nivel internacional, han quedado atrás. Hoy el caballero tiene que actuar con seriedad, no como el candidato que fue.

Para empezar, si el presidente Castillo tomó la cuestionada decisión de no despachar en la sede del Poder Ejecutivo, que es Palacio de Gobierno, por lo menos debió prever y explicar desde un inicio dónde lo haría, para que de inmediato se apliquen los mecanismos de transparencia establecidos en el orden jurídico. Recién ayer por la tarde la Presidencia de la República ha anunciado que el mandatario trabajará desde la Casa de Pizarro hasta encontrar otro lugar.

Pero eso no es todo. El jefe del Estado está en la obligación de comparecer ante los medios, exponer sus propuestas y responder preguntas. Quizá no le guste porque tendrá que explicar de dónde ha sacado a esos ministros impresentables como Guido Bellido y otros de explosivo antecedentes, pero así es la democracia que aún reina en el Perú. Esto no es Cuba o Venezuela donde las tiranías hacen lo que les da la gana en el más grande misterio y sin dar explicaciones a sus gobernados.

Si el hoy mandatario se llenaba la boca hablando del “pueblo”, pues que se pare frente a él a través de los medios y justifique lo que está haciendo con el país desde que asumió el mando al amparo de personajes que hoy, espantados al ver todo esto, ya quieren verlo vacado por incapacidad moral tras haber puesto al frente del gabinete a un defensor de terroristas. ¿Pero qué más se podía esperar de quien saltó a la política desde las alcantarillas del Sutep-Conare?

En el manejo del país no puede imperar la informalidad ni la improvisación, algo que se veía venir desde que el hoy presidente Castillo no era capaz de mostrar un equipo técnico solvente durante la campaña, lo cual se ha traducido en el remedo de gabinete que vemos hoy en funciones, donde un chofer de combi pirata está al frente del Ministerio de Transportes y Comunicaciones; y un sancionado por no ir a laborar por irse a hacer huelga, es el titular de Trabajo y Promoción del Empleo. Es el Perú de hoy.

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