​Sobran agendas, falta actitud

Todos tienen una “agenda” en el centro de sus preocupaciones: la del APRA y Alan García, que se hable lo menos posible de los “narcoindultos”; la de Keiko y el fujimorismo, machacar la incapacidad del Gobierno, soslayando así su propia deuda pendiente con los valores democráticos; y la de Palacio de Gobierno y sus voceros, paradójicamente, evitar que se profundice en las investigaciones a las agendas de Nadine Heredia y las sospechas de corrupción que salpican al entorno personal y familiar de la Primera Dama. Y todo ello mientras aumenta la sensación de que el país se sume cada vez más en un desorden institucional y político.

Hoy es un lugar común afirmar que el Gobierno tiene una gestión deficiente, carente de respuestas eficaces para reactivar la economía y combatir a la delincuencia común, dos puntos esenciales en su agenda, y que junto a los escándalos explican el bajón de cinco puntos porcentuales en la aprobación del Mandatario, según la encuesta nacional de Datum (Pulso Perú) publicada ayer. Sin embargo, no es justo achacar toda la responsabilidad a la administración Humala. La oposición política, la misma que aspira a ser gobierno en solo 10 meses, tampoco tiene respuestas a la vista. El reclamo y la pose son los ejes de una agenda proselitista que probablemente sirva para ganar votos, pero no para impulsar al país en la dirección correcta.

Así, los favoritos siguen siendo los mismos: sus agendas están centradas en desgastar más y más a Humala. Ya las calificadoras de riesgo le comienzan a bajar la nota a los bancos locales, encareciendo créditos y, con ello, desincentivando ciertas inversiones. El Congreso ha dado una mala señal en el tema Petroperú-Lote 192 y el entorno internacional tampoco facilitará una recuperación económica en lo que esta del año.

Se vienen meses muy duros por la sencilla razón de que los señores Humala y Cateriano lucen paralizados, carentes de reflejos. No hay liderazgo, no hay actitud para encarar la crisis de gobernabilidad y darle la vuelta por medio del diálogo. Triste final.