Hemos visto a centenares de colombianos humildes caminar hasta la frontera cargando refrigeradoras, camas y enseres pesados. Niños y ancianos han vadeado ríos en la caravana de deportados por el tirano Maduro en un acto de salvajismo. UNASUR lo reconoció como Presidente “demócrata” en el Palacio Presidencial de Lima, legitimando una elección fraudulenta. Se comprometió a dialogar con la oposición, pero no cumplió. Lo que hizo fue encarcelar a políticos en mazmorras inmundas, desaforar a una diputada brillante, hundir más la economía, agravar la escasez y convertir a su país en el reino de las colas, la violencia, la corrupción y el narcotráfico.

Maduro -”Nico” para sus amigos- tuvo que convocar a elecciones parlamentarias. Ahora enfrenta el pronóstico de perder la mayoría en la Asamblea si no inventa un pretexto para postergarlas. A pesar de estar en el Consejo de Seguridad de NN.UU., amenazó a Guyana para que le “devuelva” dos tercios de su territorio (¡!). Como no concitó el apoyo popular que esperaba, decidió provocar a otro vecino deportando a parte de los 5.6 millones de la colonia colombiana (según cifra de Maduro).

Emulando prácticas nazis, la soldadesca marcó las casas que demolerían y las de quienes serían expulsados. Apaciguando la crispación, la Canciller colombiana dice que es “impensable” romper relaciones diplomáticas, mientras el dictador arenga a las masas, insulta a Colombia, cierra otros sectores fronterizos y extiende el estado de excepción.

El Consejo Permanente de la OEA se reúne mañana y los Cancilleres de UNASUR el 3 de setiembre. Son oportunidades para que el gobierno “nacionalista” enmiende su posición sumisa frente al chavismo, invocando el “Compromiso de UNASUR por la Democracia” (tratado vigente desde el 19.3.2014) que Maduro vulnera diariamente. Así restaría credibilidad a las anotaciones sobre “Nico” en las agendas robadas a la Sra. Humala.

El Presidente Santos está en una grave encrucijada. Sus negociaciones con las FARC en La Habana podrían fracasar. Influyentes voces colombianas exigen que Caracas se aparte del diálogo en que funge de “facilitador” y que Bogotá se retire de UNASUR.

Si fuera verdad que Cuba evitó la acción armada de Venezuela contra Guyana, debería hacer lo mismo en la crisis con Colombia si quiere mantenerse como sede del diálogo con las FARC y prestar un servicio valioso a la paz en Sudamérica.