Ollanta Humala Tasso, actual presidente de la República, tiene un problema existencial: le queda muy poco en el cargo, y si no toma una decisión, podría quedar enfrentado con su familia de por vida.

Y es que apenas pasó a segunda vuelta, en una reunión familiar se comprometió a indultar a su hermano Antauro si ganaba las elecciones, pero cuando se instaló en Palacio, ya no pudo hacerlo; por dudas, por temor y porque finalmente Nadine tampoco estuvo de acuerdo.

Por esa razón, Ollanta estaría evaluando indultar a su hermano -quien ya lo considera un traidor- para por lo menos bajar la temperatura de la familia, pero si indulta a Antauro, también podría hacerlo con el expresidente Alberto Fujimori, para vender un “combo” sin muchos reclamos.

Ya con el “Chino” libre las cosas cambian, el expresidente se instalaría en un gran búnker, daría declaraciones a la prensa nacional e internacional reivindicando sus obras y logros; pero lo más importante es que se instalarían con él todos los cuadros de la guardia vieja, que ven ahora cómo Keiko los desprecia y quiere expectorarlos para vender al electarado un neofujimorismo, ignorando que la mitad de sus votos los tiene porque es la hija del dictador.

Acudirían y se atrincherarían con el “Chino” Martha Chávez, Luz Salgado, Aguinaga, Cuculiza, Reátegui, Kenji, etc., y hasta nombrarían su vocero para negociar; entonces se produciría una mayor tensión entre keikistas y albertistas, y el “Chino” presionaría lo suficiente para imponer su propia bancada, lo cual dinamitaría la candidatura de Keiko.

Si Ollanta procede con el indulto, casi sin saberlo salvaría al Perú.