El martes último, un terrible incidente sucedió en la Universidad de Lima; un estudiante cayó del quinto piso de uno de los pabellones del centro de estudios y tuvo que ser llevado de urgencia a una clínica local.  A los pocos segundos, las imágenes del trágico suceso se viralizaron, causando diversas reacciones, la mayoría lamentando lo ocurrido; hasta que apareció una joven, cuya actitud ante el hecho generó estupor e indignación. La referida estudiante, alumna de la Universidad del Pacífico, no tuvo mejor idea que burlarse de la situación evidenciando una total falta de empatía: el drama lo convirtió en burla, la compasión en crueldad, todo resumido en un video que se hizo tendencia. Tras las críticas en su contra, que ella minimizaba, la universidad en la que estudia emitió un comunicado en el que anunciaba medidas disciplinarias: “En nuestra casa de estudios, nos esforzamos por promover un ambiente de respeto, empatía y solidaridad”, dice el comunicado de la institución educativa, que menciona valores que parece están desapareciendo de las redes sociales. Hay quienes, en su afán de validar su presencia en estas plataformas, están dispuestos a todo, sin filtros, ni límites, que no tiene nada que ver con libertad de expresión. Esta joven que de un momento a otro se convirtió en mediática, nunca le interesó que la calificaran como una mujer insensible, porque lo único que la movió fue subir rápidamente su video y hacerse viral; lo que hacen miles hoy y de cualquier tema. Y ya que estamos hablando de crueldad, solo hay que dar una leída a los comentarios en cualquier post que se cuelgan en redes de artistas más populares del medio local. Es sorprendente la cantidad de opiniones groseras, invasivas y delirantes que se puedan imaginar y que algunos conductores de televisión toman como referente para decir que es la opinión del público. Hemos normalizado el ataque antes que la crítica, se promueve la invasión del otro grabando imágenes desde un celular para subirla en cuentas que solo buscan el morbo. El escenario en el que se han convertido algunas redes sociales, nos están dando como resultado jovencitas como la universitaria del video viralizado, que impávida y sonriente, tomó a mofa la desgracia solo con el fin de generar clicks y subir sus seguidores. Una triste y cruda realidad.