Las protestas violentas que han transcurrido luego del intento de golpe de Estado de Pedro Castillo y la asunción de Dina Boluarte como la primera presidente del Perú, muestran la situación de crispación latente que hay en un sector de la sociedad y que afecta en mayor medida al sur del país.

A pesar del apoyo que ha recibido de los gobiernos de México, Colombia, Bolivia y Argentina, lo cierto es que Pedro Castillo, a diferencia de Evo Morales, tendrá que afrontar las consecuencias de sus actos ante la justicia del país. Ello demuestra que, a pesar de las diferencias y polarizaciones, la defensa de la democracia ha implicado a un espectro más amplio de actores políticos, que van desde la derecha de Renovación Popular, hasta la izquierda del juez César San Martín, lo cual no deja de brindar esperanza en que podamos ponernos de acuerdo en lo fundamental.

A pesar de lo lenta que ha sido la toma de decisiones por parte de la presidente ante esta coyuntura que hemos atravesado, se comienza a normalizar la situación de orden público, donde siempre se deberá buscar el ejercicio del principio de autoridad, brindando las garantías constitucionales en el cuidado de los derechos humanos de la población civil. Ayudaría en estos momentos contar con un premier de mayor experiencia política y que genere mayores consensos.

Ahora, dependemos de las decisiones que tome el Congreso en materia electoral en los próximos días. Unas elecciones apresuradas nos repetirían el menú que hemos tenido en el último año y medio, donde la normatividad vigente ha permitido tener invitados, cupos y todas las especies que hemos visto desfilar por el hemiciclo actualmente. No perdamos esta oportunidad de hacer reformas que puedan brindarnos algo mejor en el futuro.

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