Resultas hasta ofensivo que ante las críticas por los precarios antecedentes y nula experiencia en el sector público de ministros y otros funcionarios de este régimen, el oficialismo use como defensa el demagógico y hasta risible argumento de que esas personas “son del pueblo” y que los cuestionamientos se deben a que “ciertos sectores no perdonan” que “luego de 200 años” hayan llegado al poder los que antes no tuvieron oportunidad de hacerlo.

Ser “del pueblo” no tiene nada que ver con ser filoterrorista, misógino, machista, incapaz, agresor de mujeres, incompetente o bueno para nada, como es el caso del expremier Guido Bellido; o haber pasado casi 30 años en la Policía Nacional para llegar apenas al grado de mayor con un rosario de sanciones por indisciplina, como sucede con el ministro del Interior, Luis Barranzuela, que tiene como único “mérito” haber sido abogado de Vladimir Cerrón.

Las muy justificadas críticas a determinados funcionarios se deben a que al Estado tienen que ir los mejores cuadros, y no gente con perfiles, hojas de vida y antecedentes de espanto. Lo vemos, aparte de en determinados ministros, en entidades como EsSalud, DINI o Indecopi, que han sido puestas en manos de jefes que en cualquier régimen dispuesto a trabajar de manera profesional y siguiendo los estándares de un país vecino civilizado, jamás hubieran sido convocados.

Eso de decir que las críticas de deben a que esta gente es “del pueblo”, es una gran demagogia, un floro barato ofensivo que solo busca justificar el copamiento del Estado por parte de los amigos y socios de quienes hoy están en el poder, y su incapacidad para convocar a profesionales valiosos que no mancharían sus hojas de vida poniéndose al servicio de un presidente como Pedro Castillo o de ministros como Barranzuela o el de Transportes y Comunicaciones, Juan Francisco Silva.

Nuestro país seguirá estancado y sin encontrar solución a serios problemas, si la gestión sigue siendo tan precaria como hasta ahora, si -por ejemplo- se coloca por 69 días a un premier como Bellido, que ha sido un verdadero lastre. Luego de la tragedia del COVID-19 se necesitaba un régimen con gente capaz. Sin embargo, los votos de millones de peruanos equivocados nos han dado a una de las peores administraciones que se haya visto en la historia. No merecíamos nada de esto.