Mañana, Pedro Castillo Terrones se dirigirá al Congreso y responderá a una serie de cuestionamientos que llevaron al Parlamento a solicitar que su cargo de presidente de la República quede vacante por incapacidad moral permanente. No es poca cosa.

Dada la fragmentación que existe en la representación del Legislativo, es bastante improbable que se logren los 87 votos necesarios para que el Congreso saque a Castillo del poder, pero este segundo proceso de vacancia debería llamar a la reflexión al Ejecutivo, que sigue llevando al país de tumbo en tumbo, y mantiene las condiciones para una confrontación constante, para lo cual se vale de un grupo de aliados, los directos y los enmascarados que se esconden detrás de la palabra “gobernabilidad”.

Sea cual fuere el resultado del proceso de mañana, el perdedor será la sociedad si es que terminado el debate siguen ocurriendo las irregularidades que los medios de comunicación revelan casi a diario y que pese a la promesas de enmienda, poco o nada hace el gobierno del lápiz por reparar.

Al momento de decidir mañana, el Congreso debe reflexionar qué es lo mejor para nuestra país atravesado por una crisis política que se suma a la generada por la pandemia.

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