La candidatura a la Presidencia de la República ha congregado a diversas personas que han cumplido los requisitos formales para acceder a esa función. Desde ese peldaño de candidatos tendrán que convencer al país que les brinde su respaldo para acceder a dirigir nuestros destinos.

Lo primero que hay que resaltar es que ese paso implica un claro acto de voluntad. Para ello hay quienes se prepararon desde siempre, quienes aparecen a última hora, quienes entienden que la consecuencia con los ideales que se han predicado es necesaria, pero también quienes estiman que eso de los principios no interesa tanto como el llegar al poder.

El poder, decía el importante jurista Maurice Hauriou, es la energía creadora de la voluntad y todos aquellos que se postulan han puesto en marcha la misma. Desde diversas formas y respetando y sin respetar escrúpulos.

Luego de la formalidad debe de venir la sustancia, vale decir las explicaciones a la comunidad y entonces ella deberá analizar cuáles son los datos relevantes para poder encargar a esa persona tan importante tarea.

Una cosa que creo importante es desechar el alegato de “yo soy nuevo” y por eso soy bueno. Si eres nuevo, en qué país vivías mientras se gestaba lo que hoy se critica?

¿Hizo algo por el país en la época de la dictadura? ¿Estuvo involucrada en ella y conoció de los latrocinios que se cometieron? ¿Se calló y no dijo nada? Sería bueno recordar que cualquier persona que tuviera 18 años en ese momento ya podía protestar abiertamente y estaba en capacidad de discernir. En efecto, miles de miles de jóvenes del Foro Universitario y de diversos colectivos no se quedaron callados.

Ojalá los postulantes se muestren virtuosos y encarnen los valores que una república racional quiere para su progreso y desarrollo. ¡Veremos con atención y respeto!