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Esa frase se pudo ver en el polo manga cero de Nadine, cuando se realizó la incautación a su casa de Surco. Mantenerse simple. Un consejo de autoayuda a destiempo. Una expresión de arrepentimiento tardío. O una reafirmación en la mentira de creerse inocentes, cuando las evidencias gritan lo contrario. Su estrategia de victimización quedó desnuda, aunque con una orden del juez Carhuancho que la Fiscalía pudo medir fino para no estar en todo este despelote. A ver, Ollanta y Nadine están arruinados y su único destino es la prisión. Pero -como me recordaba esta semana el exfiscal Guillén- el Ministerio Público debió considerar en su estrategia tres flancos: no solo el judicial; también el político y el mediático. Si sabían que vendría una ya conocida defensa en medios a la pareja, mandarse de hacha con la casa donde están los hijos reflejó una acción desproporcionada. Les dieron argumentos a estos dos pillos para conquistar algunos despistados corazones; hasta yo tuve compasión de ellos. Mercy, Nadine. Además, si ya los fiscales habían advertido que Ollanta y Nadine no tuvieron ningún empacho en usar a sus hijos para defender el pellejo -recuerden nomás todo lo que escribían en Twitter tras las rejas-, creo que se debió incautar todo menos esa casa y dejarlos allí hasta que saliera la acusación del doctor Juárez y ya luego ir por esa residencia. La defensa quiere la cabeza de Carhuancho en bandeja de plata. Hasta Duberlí dejó ver sus consabidas envidias con este valiente juez, sumándose al cargamontón. Stay simple, Nadine. Antes de los millones, hubiese sido mejor pensar en tus hijos también.