El domingo último hemos publicado en Correo una encuesta urbana y rural de CPI que muestra que el 61 por ciento de los peruanos no votaría por ninguno de los candidatos presidenciales o aún no decide por quién hacerlo. El sondeo también reitera que por el momento George Forsyth mantiene el liderazgo de las preferencias aunque con 8,1 por ciento, un porcentaje que en procesos anteriores quizá lo tenía el que ocupaba el cuarto o quinto lugar. Esto deja muy en claro que al menos en este momento existe un terreno fértil para que los candidatos -aquellos que ya corren la cancha y los otros que han sido elegidos en las internas del domingo-, hagan un trabajo muy fino para ganarse la aceptación de esa masa de 61 por ciento de electores que aún no tiene preferencias y que podría irse con este o aquel. Los postulantes se encuentran hoy ante una gran oportunidad de ganar adeptos.Sin embargo, esta labor de los candidatos a lo largo de sus respectivas campañas que recién empiezan, debería estar centrada en propuestas responsables frente a los grandes problemas, y no en lo que solemos ver a lo largo de muchos años: promesas absurdas, demagogia, frases efectistas, reparto de regalos, bailecitos sobre estrados, golpes bajos y ataques a los rivales. De eso ya hemos tenido bastante y veamos a qué nos ha conducido.Las campañas electorales para la Presidencia de la República y el Congreso no pueden ser ferias ni concursos de baile o de quién usa la camiseta o el gorrito más vistoso. Tiene que ser una exposición de propuestas y un debate alturado sobre las mismas entre los contendores. La agenda debería estar marcada por los grandes problemas que afronta el país, especialmente por encontrarnos en medio de una descomunal pandemia. La recuperación del país tras la emergencia sanitaria y económica que vivimos, así como la lucha contra la corrupción, la violencia callejera, el centralismo, la informalidad y las brechas sociales, deben ser el centro de la campaña. Solo así los candidatos que ya están en el partidor podrán captar a ese 61 por ciento de peruanos que no tiene hoy una preferencia y que sin duda, están desilusionados con la clase política ante la conducta mostrada en los últimos años.