El reciente atentado suicida en Beirut, Líbano, que dejó 37 muertos y cerca de 180 heridos, ocurrió a escasos metros de un centro de culto chiita. El sunita Estado Islámico (EI) se lo ha atribuido afirmando que continuarán su lucha contra Hezbolá, grupo armado chiita libanés que apoya al régimen sirio alauita -secta chiita- de Bashar al Assad. Pero ¿cómo entender la rivalidad entre sunitas y chiitas? Recordemos que el Islam fue fundado por Mahoma, el profeta elegido, luego de La Hégira o huida que realizó de La Meca hacia Medina (Arabia Saudí) en el 622 d.C. A la muerte del profeta, fue elegido su suegro Abu Baker como primer califa de los cuatro en los inicios del Islam. Luego, a la muerte del tercer califa Uthman ibn Affan, el primo y yerno de Mahoma, Alí, que esperó 30 años, fue reconocido como el cuarto califa. Su liderazgo espiritual fue de solo 4 años y a su muerte sus partidarios, los chiitas, propugnaban por que sea un descendiente directo de Mahoma el nuevo líder del Islam. En la otra orilla se hallaron los sunitas, que pregonaban que debía serlo un hombre estudioso y justo capaz de recoger las tradiciones y enseñanzas de Mahoma. Desde la batalla de Karbala (680 d.C.), las rivalidades entre chiitas y sunitas no se han detenido hasta la fecha, aun cuando ambas ramas del Islam creen en el mismo Dios que es Alá y tienen el mismo profeta que es Mahoma. En el Islam, que tiene cerca de 1200 millones de fieles en el mundo, el 85% son sunitas y el 15%, chiitas; sin embargo, esa diferencia no cuenta para comprender la dimensión del conflicto en el Medio Oriente, donde son rivales, por ejemplo, Arabia Saudí (sunita) e Irán (chiita).

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