Ha quedado demostrado que Pedro Castillo y su mafia no actúan sin planificar. Desde el inicio desplegaron el plan para bloquear la posibilidad de vacancia presidencial con congresistas “Niños”. Posteriormente, para debilitar la fiscalización desde el Congreso, se dividieron disciplinadamente en bancadas que reclutaron a congresistas de oposición. Esto generó el espejismo de debilidad, pero en realidad fortaleció al Ejecutivo.

Y ahora Castillo apuesta por la disolución del Parlamento exacerbando las contradicciones y atacando sin cuartel a la oposición, buscando ponerlos entre la espada y la pared a través de ilegales cuestiones de confianza que bien ha hecho el presidente del Congreso, José Williams, en rechazarlas de plano y siendo frontales contra la mafia criminal de Palacio.

En este punto solo hay dos caminos posibles: la suspensión temporal de Pedro Castillo o la disolución del Parlamento. Quienes tibiamente quieran apostar por “dialogo o gobernabilidad” en realidad apuestan por mantener a la mafia. Es imperativo que las bancadas democráticas tomen el liderazgo de este proceso y se presente la moción de suspensión de Castillo cuanto antes. No se puede volver a repetir los errores de las mociones de vacancia: diálogo, estrategia y consenso son básicos para que esta moción se apruebe.

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