Existe una capacidad que muy pocas personas tienen desarrollada y es la de saber cuándo se tiene que dar un paso al costado. En la actualidad tenemos a muchos representantes de esta carencia en altos puestos del gobierno y varias instituciones.

Por ejemplo, no ha pasado ni un mes desde fue elegido por la mayoría del Congreso, pese a no cumplir con los requisitos para el cargo, y ya han sido más las veces en las que el flamante defensor del pueblo, Josué Gutiérrez, ha tenido que aclarar sus dichos y los vínculos que tuvo con los integrantes de, por lo menos, dos organizaciones criminales, “los cuellos blancos del puerto” y “el gabinete en las sombras”.

Pese a estas situaciones, nadie se despeina y él sigue campante en el puesto, protegido por el Parlamento, más desprestigiado de los últimos años.

Otro caso de alguien que no sabe cuándo irse es el de la ministra de Salud, Rosa Gutiérrez. Ya el Congreso presentó una interpelación en su contra, que podría derivar en una censura, por su pésimo actuar frente a la epidemia del dengue, pero de su lado no se oye ni un mea culpa, y lo peor de todo es que el presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, ha salido a decir que el gobierno la respalda.

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