La tensión en la frontera con Chile tiene en vilo a muchos peruanos. Los extranjeros que fueron expulsados del país sureño por indocumentados y esperan ingresar a nuestro territorio, han generado una crisis humanitaria, pero también de seguridad. Lo ocurrido ayer, cuando un grupo de foráneos ingresaron a la fuerza al Perú, en forma eventual, es un claro ejemplo de lo compleja y delicada que es esta situación.

“Que los boten”, es una frase de fácil digestión que no explica el problema en su real dimensión. Cuando el asunto es unilateral se puede resolver solo, pero cuando se trata de extranjeros varados en la frontera de dos países, se deben conjugar soluciones entre todos. Hay que coordinar entre gobiernos y esa coordinación no debe ser solo entre Perú y Chile, debe ser regional y también deben estar incluidos Venezuela, Colombia y Haití. No es posible que hoy por hoy las embajadas o consulados de estos países no muestren su predisposición para resolver esta crisis.

Esperamos que la tensión entre Perú y Chile no escale hacia algún escenario de conflicto. Algunos están echando gasolina al fuego como el alcalde de Tacna, Pascual Güisa, quien dijo: “No debemos permitir que un innombrable e irresponsable traslade los problemas a la frontera”, en clara alusión al presidente chileno Gabriel Boric.

Parece difícil proponer duras acciones ante una dramática situación de cientos de extranjeros, pero es importante imponer orden y el principio de autoridad para evitar potenciales peligros.



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