Muchos recordarán la popular comedia de TV sobre la vida de un grupo de adolescentes estadounidense de los años setenta (That ’70s show). Pues bien, en estos días me he sentido como si reviviera algunos episodios de la vida económica que soportábamos en el Perú de los 80. De pronto volvimos a escuchar cómo para muchos políticos era imprescindible que Petroperú volviera a actividades extractivas (¡que abandonó hace más de dos décadas!) y pusiera su sello nacionalista en la explotación del Lote 192 de Loreto. Mientras tanto, las turbas tenían paralizadas las actividades comerciales de la región y destruían todo a su paso.

¿Y el Estado de Derecho, la defensa de las libertades y de la propiedad privada? Nada. O sea, como en los 80.

Quisiera que no se confunda el punto central de este comentario: el Congreso decidió mayoritariamente que el Estado participe en una actividad empresarial que hoy puede realizar perfectamente el sector privado. Y los defensores del libre mercado han saltado hasta el cielo. Con toda razón, además, porque una ley pretende traerse abajo un contrato firmado (sí, como en los años 80, igualito). Para mí, el principal problema no es que el Estado se meta donde no está calificado (las millonarias pérdidas las pagaremos todos, sí, como en los 80), sino que llegáramos a este punto sin un amplio debate y con un gobierno que no sabe lo que quiere (el Premier y la ministra de Energía y Minas apuntan a un lado ¡y la bancada humalista a otro!) y con un Congreso donde se impone la demagogia. ¡Mismo años 80!

Solo recuerden que cuando la población se sintió asfixiada económicamente y vivía a expensas del miedo (ayer al terrorismo, hoy a la delincuencia), terminó votando por un completo desconocido. Es cierto que estamos muy lejos de la situación caótica de los 80, pero en los últimos 15 años lo que vemos es lo que más se le parece. Necesitamos más política, instituciones y buenas inversiones, no ilusiones demagógicas que solo nos conducen a más pobreza, como en los 80.

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